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El drama de los ahogamientos en Uruguay

La tasa de ahogamientos en Uruguay nos sitúa en primer lugar dentro de América del Sur. Se trata de un asunto mucho más complejo de lo que parece y padecido a escala mundial, con aproximadamente 377.000 ahogados por año en todo el mundo…

 

 

 

Número de ahogamientos en Uruguay – diciembre 2017 / marzo 2018

 

Tras ser consultado por la cantidad de ahogamientos en Uruguay registrados en la última temporada, Gustavo Fungi, secretario de la ANGU (Asociación Nacional de Guardavidas) y promotor incansable de prácticas de precaución acuática, primero advierte:

 

Al momento de analizar cualquier cifra es necesario tener en cuenta de dónde surgen los números y de qué forma fueron recabados por parte de las instituciones que intervienen en los diferentes estadios de este siniestro. Hasta hace poco tiempo sucedía, por ejemplo, que las intervenciones de los guardavidas, muchas veces no tenían relación con los partes de Prefectura, ni con las emergencias móviles y menos aún con las de Salud Pública; siendo las cifras resultantes un verdadero collage de imágenes fragmentadas.

 

De cualquier manera esos datos ponían a Uruguay en el primer lugar de América por ahogamientos, con una tasa de 3,9 por 100.000 habitantes. La Organización Mundial de la Salud (OMS) dice en su Informe mundial de ahogamientos 2016: “La recopilación de datos en muchos países de ingresos bajos y medianos es limitada, lo que dificulta la planificación, la aplicación y el seguimiento de las medidas de prevención de ahogamientos».

 

Este ha sido uno de los principales temas analizados por parte de la Mesa Interinstitucional de la Seguridad Acuática (MISA), que en enero de 2018 fue convocada por el Ministerio de Salud, teniendo como fin comenzar a esbozar un plan a nivel nacional para revertir lo que se sospecha como un gran problema de salud pública.

 

Uno de los principales temas en los que se comenzó a trabajar, es el de 3 tipos de registros, uno para rescatistas, otro emergencias móviles y el último a intervenciones hospitalarias. Todo esto está en etapa de instrumentación a nivel país. Sin embargo, este año ya se cuentan con datos muy importantes y de calidad, a partir del trabajo de la mesa.

 

Los registros que van desde 10 de diciembre de 2017, hasta el 30 de marzo de 2018, marcan como fallecidas 29 personas.

 

Según gráficos facilitados por Fungi a Salvaje, en el período 1 de diciembre de 2017 a 12 de marzo de 2018, pueden resaltarse los siguientes datos a nivel local:

 

  • el mayor número de fallecidos corresponde a la franja etaria de 16-19 años (5), seguido de 30-39 años (4).
  • 12 muertes tuvieron lugar en ríos y arroyos / 6 en mar-océano / 5 en lago-laguna / 3 en piscina.
  • 23 muertes corresponden a personas de sexo masculino y 3 del sexo femenino.
  • 22 muertes ocurrieron en zonas sin guardavida y 4 en áreas con guardavidas.

 

 

 

 

 

Tal como advierte y acertadamente apunta Fungi:

 

«Saber nadar no elimina riesgos… Las condiciones de enseñanza de natación, generalmente son extraordinarias, ya que las piletas presentan una situación de artificialidad relevante. La persona que nade en esas condiciones y después pretenda replicarlas en aguas abiertas, encontrará notorias diferencias. Puede además crear un falsa hipótesis, que sobreestime las condiciones propias y subestime al medio ambiente«

 

 

La problemática del ahogamiento por Ariel González

 

 

Hablamos de este drama con Ariel González, un hombre y lobo de mar, pionero y eminencia del surf uruguayo, educador, escritor (preparando su cuarto libro…) y guardavidas de la Playa Mansa de Malvín entre 1974 y 1979.

 

 

Ariel fue de los primeros en plantear la necesidad de salir de la piscina y hacer la prueba de guardavida en el mar. Pese a las primeras negativas e incomprensiones, lo logró. Se juntaron en el Club Banco República y a nadar en la playa Pocitos, justo un día de intenso pampero.

 

Eran otros tiempos, en que los rescatistas no llevaban consigo ningún accesorio de flotación, ni siquiera patas de rana. Un silbato y el cuerpo. Saber leer el mar y los vientos, su comportamiento, así como la adecuada preparación física.

 


¿Es posible encontrar causas y factores en común dentro de la problemática del ahogamiento? ¿O se trata de un tema demasiado complejo como para ello?

 

El fenómeno del ahogamiento debe estudiarse dentro del contexto socio-económico y político donde ocurre, porque es determinante; así como otras variables tales como los entornos geográficos, demográficos y ambientales. A mayor complejidad situacional de estos factores, mayor es la incidencia social del ahogamiento.

 

Es un error común asociar el fenómeno únicamente a las grandes extensiones acuáticas, ya que sucede también en el ámbito hogareño; en piscinas, contenedores, tarrinas y baldes.

 

Conviene saber que la OMS lo ha calificado como pandemia. 377.000 personas mueren ahogadas por año en el mundo. De ellas, el 90 % provienen de países de bajos ingresos, más de la mitad son menores de 24 años y las tasas más elevadas son en menores de 5 años.

 

La correlación existente entre las economías y las fajas etarias comprometidas con el ahogamiento es significativa y sugiere la pobre intervención de los estados en sus programas educativos para erradicar el flagelo.

 

Uruguay es un claro ejemplo donde los diferentes gobiernos han postergado y relegado los contenidos humanistas de sus currículas educativas, priorizando las científicas. Han sido negligentes en dotar al niño uruguayo de los valores emocionales fundamentales transmitidos por la educación física, los deportes, el arte, la música, danza, teatro, etc.

 

Saber nadar debería ser materia tan obligatoria como las matemáticas. Lejos estamos de esta percepción, tanto a nivel colectivo como gubernamental.

 

 

SIEMPRE «Los infantes a un brazo de distancia»

 

 

En la actualidad, ¿qué tan extendida está la enseñanza de la natación en instituciones educativas?

 

El problema de la educación pública en Uruguay es grave. Seguimos atados a los viejos paradigmas del positivismo, sólo se educa el hemisferio izquierdo. El adagio antes era: “Mi hijo el doctor”. Hoy es: “Mi hijo el informático”.

 

Desde mitad del siglo pasado, el Dr. Gardner describió las 7 inteligencias que hacen al humano. En ellas encontramos no sólo componentes intelectuales sino que la mayoría son emocionales. La nueva pedagogía contestataria tiene como fundamento una visión más amable y emancipadora del individuo. Las competencias a desarrollar integran la llamada “inteligencia emocional”, casi todas emergentes del hemisferio derecho, sistema límbico y el cerebro triuno en su totalidad.

 

La inteligencia cinestésica es descalificada como instrumento educativo en nuestro paradigma nacional. Muchas aulas. Pocos gimnasios, pistas de atletismo… Enseñar al niño a vivir y ser, no sólo conocer y hacer.

 

La educación privada tiene más recursos y sus clientes pueden exigir las humanidades para sus hijos. Pero, como educador, pienso en una educación inclusiva, no exclusiva. Y las actividades acuáticas una prioridad.

 

Clubs y espacios acuáticos hay de sobra. ¿Existe interés de convertir la natación en una actividad no obligatoria, pero sí con mayor presencia?

 

Es irónico pensar que en un país dotado con una naturaleza exuberante, nos eduquen y eduquemos a los niños ignorándola y lejos de ella. El saber nadar es un derecho del niño y del humano, pues es la cuna de la vida.

 

Allí se gestó la vida, muchas especies nadan y disfrutan del agua. Porque no sólo debe enseñarse a nadar, con un fin utilitario o precautorio, sino a jugar con el agua en todas sus formas.

 

En contextos urbanos cada día más problematizados, inseguros y alienantes, la recreación acuática puede ser un instrumento de liberación. La dimensión lúdica es vital para la regeneración existencial del humano.

 

Los profesores Juan Mendiola y Gonzalo Eiris son casos ejemplares de esta nueva visión. Con la anuencia de ANEP y los magisterios de las escuelas de Cuchilla Alta y Punta del Este lograron incluir al surfing dentro de las áreas acuáticas de currícula escolar.

 

Es un paso gigantesco a imitar por otros docentes de la costa. Ayudaría significativamente no sólo en la reducción del ahogamiento, sino también en el bienestar y salud integral del pueblo.

 

Además de bañarse en zonas habilitadas y con servicio de salvavidas, o de respetar las señalizaciones y banderas, ¿qué otras precauciones debemos tomar para minimizar los riesgos en el agua?

 

Para el ciudadano común inmerso en este vacío conceptual y práctico, rodeado de grandes espejos de agua, es difícil actuar con mesura. Siempre se sobreestiman las capacidades acuáticas personales y se subestiman las condiciones del mar, del agua.

 

 

 

Las dos condiciones mencionadas en la pregunta son prioritarias, pero podríamos agregar: el interés personal por aprender a nadar en cualquiera de las piscinas públicas y privadas habilitadas; el cuidado y la supervisión constante del adulto con sus niños (recordemos las estadísticas), que debe incluir NUNCA dejarlos solos pese a que sepan nadar. Los infantes a un brazo de distancia.

 

El carácter recreativo de las vacaciones no justifica el descuido. Una de las tareas precautorias de los guardavidas más importantes es avisarle a los padres: no dar la espalda y mirar a sus hijos mientras se bañan. Deberíamos insistir en eso, pese a algunas reacciones familiares adversas.

 

La prudencia también indica evitar nadar y zambullirse en zonas desconocidas, ingerir previamente alcohol, drogas o comidas opulentas, navegar sin chaleco salvavidas, utilizar inflables con viento terral, intentar recuperar avíos de pesca, o cruzar cauces desconocidas sin consulta previa.

 

Respetar la señalización y consultar si se desconoce, no interferir en las de asistencia alrededor de la torre; y en caso de patologías crónicas, atenerse a las recomendaciones médicas.

 

En aguas quietas, se debe rodear la piscina con vallado, no dejar contenedores o baldes llenos de agua al alcance de los niños, así como cuidarlos cuando se acercan a tajamares, canteras, aljibes o cachimbas.

 

El cuidado mutuo es un pilar fundamental entre surfistas, transmitido por antepasados hawaianos.  ¿Qué puede enseñarnos este valor acerca de esta problemática?

 

Malama kekahi I kekahi es un concepto hawaiano, que puede traducirse como “Cuídate y cuida a los demás”. Presupuesto muy tradicional de la autosuficiencia polinésica. El surfing nace del juego acuático He’e Nalu (ola que corre), que tuvo significativas connotaciones sociales y religiosas en el Hawaii arcaico.

 

El sentido de pertenencia a la ohana, la familia universal, dotaba a los nativos de la responsabilidad personal con la otredad humana, floral y fáunica. De allí el “aloha”, amor y compasión en acción.

 

Las olas eran compartidas, pese al “kapu” (prohibición) de los jefes ali’i y no existía la propiedad privada. Ayudar al otro no era un deber, más bien un impulso que emanaba de esta cosmovisión.

 

La intrusión occidental caucásica cambió estas tradiciones por una religiosidad y economía diferentes. El surfing posmoderno es hijo de un paradigma industrial, comercial y financiero con premisas netamente egoístas: “Esta es mi ola”!

 

El surfista uruguayo debe evaluar su pertenencia y reconsiderar el pasado del He´enalu. Reconozco que ha habido una mejora en el “localismo” y existe mayor tolerancia con los desconocidos o extraños. Nos falta aún rescatar el espíritu solidario con el bañista imprudente o su hermano surfista en apuros.

 

Extender la tabla al necesitado, ayudar en su recuperación o traslado al centro asistencial es parte del He´enalu.

 

Si estamos en una playa y vemos desde afuera a alguien en serios problemas en el agua, pero por X motivo no hay guardavidas, ¿nos tiramos a socorrerlo si sabemos nadar? ¿Qué hacer en ese momento crítico, donde los segundos son decisivos?.

 

Pregunta muy difícil de responder, dada la tremenda responsabilidad con los lectores. Se habla aquí de la vida o la muerte de uno o más seres humanos. Las situaciones de emergencia son multicausales e inesperadas.

 

Por ejemplo, en una sesión de surfing solitaria o como es común, acompañados, la variedad de causas incluye si estamos solos o no, condiciones climáticas, del oleaje, de la dinámica y topografía costera, de las competencias acuáticas individuales o del grupo, de la lectura de la situación, la disponibilidad de equipo (es diferente un bodyboard que un tablón), si posee vehículo, etc.

 

Emergen aquí dilemas éticos y morales. El concepto de bioseguridad propone el Malama kekahi I kekahi. Nadie rescatará a nadie si no puede rescatarse a sí mismo; ayudar a alguien si no puede ayudarse a sí mismo. La capacidad individual de resolver el problema por sí mismo. La autosuficiencia.

 

He sido testigo donde el bañista solidario muere junto a la víctima, agregando más dolor y tragedia.

 

En caso de surfistas casuales, la primera respuesta es: ¿eres capaz de ayudar en la situación? Y aquí el desglose es variado:

 

  • si estamos solos activar la Cadena de supervivencia para el ahogamiento, llamando a los teléfonos de emergencias (911, Prefectura) sin perder de vista a la víctima
  • si completamos los cursos de salvasurf, seguir el protocolo con nuestra tabla
  • si estamos acompañados determinar quién es más capaz para contactar a la víctima y los demás acompañar en círculo de seguridad todo el trayecto
  • atender comunicación y traslado al centro asistencial
  • proveer informe detallado del accidente al servicio de emergencia

 

Todos los años la ANGU ofrece cursos de salvasurf. Todo surfista uruguayo debería poseer las competencias necesarias para ayudar a sus semejantes.

 

Recientemente, se ha visto en Australia el primer rescate a humanos con la ayuda de un drone. ¿Qué tan valioso puede ser el aporte de la tecnología para combatir el drama de los ahogamientos en Uruguay?

 

La tecnología es factor clave para el desarrollo humano. Brigadas de salvamento de países desarrollados cuentan con avanzado instrumental de socorrismo. Desde nuestros limitados torpedos y patas de rana, se les agregan jetskis, gomones, tablas, helicópteros, instrumental para RCP en playa y el equipo requerido de comunicaciones y traslados. Son sociedades donde la figura del guardavidas es valorada y la vida humana priorizada.

 

 

 

Australia fue el primer estado en organizar brigadas de salvamento honorarias en 1800 y pico. Vecinos ayudando a vecinos. En Uruguay el rol del guardavidas en el imaginario colectivo y de la dirigencia gubernamental y municipal es descalificado.

 

Pese a los 7.000 millones de dólares generados por el turismo, donde el 90 % de usuarios se concentra en nuestras costas, cada temporada las brigadas de Canelones, Maldonado y Rocha deben luchar por sus fuentes de trabajo. A los gestores municipales les es muy difícil razonar que si se pierde un expediente se reescribe; un árbol caído del ornato público, se replanta; o un camión va al taller. Pero la vida humana no se reescribe, replanta ni tiene repuestos.

 

Si el turista interno o extranjero elige las playas y dan tantos dividendos, ¿no será inteligente mantenerlas limpias y seguras?

 

JAMÁS desobedecer al guardavida

 

 

Un drone nunca podrá suplantar al guardavidas, sí asistir en la flotación, el remolque de la víctima consciente, dependiendo de su edad, estado de shock y resistencia. No puede calmar, discriminar rescates múltiples, proveer RCP en remolques, remolcar víctimas inconscientes y en caso de mar picado, cuál será su rendimiento.

 

La robótica es un hecho… con humanos a cargo.

 

¿Cómo escapar de una corriente?

 

Las situaciones más comunes a nivel local son los cauces fluviales y en el mar, las corrientes de retorno o “chupones”. En ríos y arroyos dependerá del aporte pluvial y en el mar del periodo del oleaje, la altitud de la marea y los entornos submarinos existentesEn cauces fluviales, siempre constatar la velocidad del curso, observando los objetos siendo arrastrados y en qué lugar aceleran.

 

Si hemos sido atrapados, nunca nadar en dirección opuesta, siempre flotar en diagonal a la orilla más cercana. Lo urgente es mantenerse a flote y respirar.

 

En el mar, las tres variables ya mencionadas pueden convertir la playa en otra totalmente diferente en cuestión de horas o turnos.

 

Cuanto mayor es el período del oleaje mayor es el volumen de agua presionando la orilla y por ende, el flujo lateral y de retorno a la profundidad. Este flujo arrastra y acumula arena en dos fajas paralelas a la costa atlántica. El “primer y segundo banco” donde rompen las olas en tres condiciones: refracción, difracción y reflejo, reiniciando el ciclo. La profundidad de sus mareas condicionan su desplome por el mayor o menor “apoyo” o rozamiento que encuentran en su curso.

 

En las bocas o barras de arroyos y ríos que vierten en el océano (Ej: la Barra de Maldonado) debemos agregar la confluencia de los dos fenómenos, la fluvial y las costeras, aumentando su complejidad.

 

Para el bañista o surfista inicial es principal respetar la señalización indicadora de “chupones”, las banderas rojas. Allí podemos aprender a “leer” la dinámica costera, las corrientes laterales por el pasaje de espumas y resaca y las de retorno por la turbulencia que fluye mar adentro.

 

Si nos arrastra un retorno, lo mejor es:

  • mantener la flotación y la calma.
  • nadar o remar paralelo a la costa y a favor del viento y nunca en contra de la corriente, hasta llegar a la zona de los rompientes que nos empujará a la orilla. Mantenerse a flote y respirar es la prioridad.

 

 

¿Qué hacer en caso de tener un calambre en el agua?

 

El calambre es una contractura muscular continua sin fase de relajación. Una de las condicionantes más comunes para que ocurra es la sobrecarga de excitación. Se teoriza que las condicionantes más comunes para que esto ocurra son la sobrecarga de excitación neuromuscular en tiempo e intensidad.

 

En el surfista, otros factores que coadyuvan su ocurrencia son la temperatura del agua, falta de acondicionamiento fisiológico al esfuerzo, trajes de neopreno muy ajustados, apneas frecuentes, largas sesiones de surfing sin intervalos regenerativos adecuados.

 

El mecanismo más usado para “romper” una contracción es estirar el músculo en la dirección contraria a la propuesta por la contracción. Otras soluciones mediatas son el entrenamiento regular, hidratación y nutrición, ajustadas al esfuerzo; estirar antes y después de las sesiones y respetar los períodos regenerativos.