19 Mar, 2024
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Más allá de la miel: La muerte masiva de abejas – Causas y su impacto ecológico

Desde hace poco más de una década y por diferentes razones, se viene registrando una muerte masiva de abejas a escala mundial. La desaparición de estos seres podría suponer una crisis de proporciones ecológicas e impactar hasta en la cadena alimenticia…

 

 

 

Existen en el mundo más de 22.000 especies de abejas silvestres. De todas ellas, sólo el 2 % se encarga de un 80 % del trabajo de polinización de cultivos, según un informe de 2015 basado en 90 estudios de 5 continentes

 

Si bien hay otros tantos polinizadores, las abejas son las que mejor hacen este trabajo; en gran parte gracias a un impulso biológico, pues necesitan de polen para alimentar a sus crías, y debido a su morfología, por tener el cuerpo cubierto de pequeñitos pelos y una especie de cesta en sus patas traseras, que ayuda a acumular el polen.

 

Muchos tipos de abejas se están muriendo en masa, no sólo la abeja mielífera. Sin ciertas especies de abejas no habría polinización, ni entonces floración de muchos cultivos, es decir producción de vegetales y frutas, en definitiva: fuentes de alimento para los animales y el hombre. Tampoco sombra, ni los pulmones del reino vegetal. La abeja tiene un papel ecológico vital, es como el corazón de la biodiversidad del planeta.

 

La muerte masiva de abejas en Uruguay

 

En 2017 se reportó la mortandad de unas 1800 colmenas en Salto por la aplicación de agro tóxicos. Un año antes, la Asamblea Nacional de Apicultores del Uruguay ya había encendido la alarma, recordando que las abejas mielíferas y otros polinizadores silvestres son “víctimas primarias” del modelo agroindustrial, como consecuencia del cóctel de fungicidas y plaguicidas vertidos, “generando un desequilibrio de dimensiones insospechadas”.

 

 

Una encuesta de 2013-2014 realizada en Uruguay revela que la mortandad fue del 30 % y en 2015-2016 del 20 % según los apicultores consultados, informó Karina Antúnez del Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable, el cual está estudiando la problemática, a partir de monitoreos de la pérdida de colmenas e investigaciones sobre cómo afectan en ellas los pesticidas, buscando también alternativas para reducir la desnutrición de abejas que reclaman los apicultores.

 

Algunos proponen incluso crear una ley de protección a la abeja, o sembrar para ellas, devolviendo áreas que les hemos quitado.

 

Un mal global

 

  • Recién hace unos meses, se comprobó que la muerte masiva de abejas ocurrida en una región del valle de Traslasierra, en Córdoba, Argentina, respondió al uso de agro químicos.
  • Poco antes de terminar 2017, apicultores de Colombia informaron de envenenamientos por pesticidas en casi el 34 % de las colmenas de todo el país. 
  • El documental “More than honey” (2012) profundiza en el problema, adentrándose en colonias de abejas en Suiza, China, Australia o California. 
  • A fines de 2006 se reportó una alarmante desaparición de colonias de abejas en zonas de América del Norte, extinguiéndose a un ritmo cada vez más rápido.
  • Otros lugares afectados incluyen a Alemania, Italia, Bélgica, España o Reino Unido.

 

Documental «More than Honey»

 

 

 

Conversamos acerca de este tema con Sergio García, apicultor uruguayo desde 1999 y productor de la miel Las Violetas (Canelones).

 

¿Cuánto vive una abeja?

 

Una abeja obrera, en época de zafra, es decir de pecoreo, entre uno y tres meses. Ella se muere, digamos, liquidada de cansancio. En invierno viven más, porque no salen tanto a trabajar. La reina vive hasta 5 años.

 

En su ciclo de vida, las abejas tienen diferentes actividades. La final es salir a pecorear: a extraer polen, propoleo y néctar.

 

¿Desde cuándo se habla de la mortandad masiva de abejas?

 

Desde 2005-2006 aprox. Al principio, el nombre que se le dio fue “desorden del colapso de las colonias de abejas”, pues no se entendía por qué era. De pronto, aparecía una colmena totalmente vacía. Como que la abeja desaparecía. Era extrañísimo.

 

Se empezó a hablar en estas latitudes con mayor resonancia hace 5-6 años, pero viene de bastante antes, por ejemplo en EE.UU. o Europa.

 

Pese a la diversidad de sus causas, es como un puzle que, de todos modos, sus piezas se encastran y tienen una relación. Hoy muchos factores que se dan en otras partes, también suceden en Uruguay. Ya está todo tan globalizado.

 

La franja nuestra del litoral está muy castigada y es la zona más fértil; Soriano es donde hay más desarrollo apícola, un área muy agropecuaria. Lo que pasó en Salto fue muy masivo en su impacto, afectando directamente a los apicultores.

 

Es una conjunción de cosas que terminan de debilitar el funcionamiento de la colmena. Todo ese puzle es, en definitiva, generado por malas prácticas universales del hombre. Uno es el modelo agropecuario, u otro el factor climático, donde también somos quienes la estamos embarrando.

 

 

Las causas, para comprenderse mejor, podrían clasificarse:

 

* El uso de agroquímicos

 

El modelo agro industrial de explotación mundial es uno de los factores principales, que explican la muerte masiva de abejas. Por la utilización de agroquímicos, los mal llamados fertilizantes, que en realidad son agro tóxicos. Es veneno.

 

Eso incluye plaguicidas, fungicidas o insecticidas, que afectan a la abeja y a cualquier otro agente polinizador u otros tipos de insectos. Por ello, se trata de un asunto tan grave desde el punto de vista de la polinización, del ecosistema, de la biodiversidad.

 

Acá en Uruguay hay 2 muy jodidos: el glifosato, que contamina la miel, y otro es el fipronil, un plaguicida letal.

 

«Fertilizando»…

 

 

Ellas, al polinizar flores que están impregnadas con un agro tóxico, se llevan sin quererlo esos residuos a la colmena y terminan de infestar al resto de la colonia. Queda en la miel, afecta al animal y al producto. Se ven intoxicadas, comienzan a morir de a poco. A algunas les afecta el sistema nervioso, la abeja pierde el rumbo, no vuelven a su colmena y mueren por ahí.

 

Además, dejan residuos en la miel y eso afecta e incide mucho masivamente. En lo que más se erra es en la dosificación del agro tóxico, se le echa de más y pudren todo. O desde aviones y al barrer. O en días de viento, donde se dispersa para otros lados y caen en zonas donde hay colmenas o donde ellas van a pecorear.

 

Las abejas viajan hasta 10-12 kilómetros para conseguir alimento, entonces caen a lugares donde no se sabe lo que hay.

 

* Enfermedades

 

También están globalizadas, dado que muchas de ellas no son oriundas de estas latitudes.

 

Varroa destructor es un mal ya mundial y una de las peores cosas para el apicultor. Vino del sudeste asiático, un parásito que se les prende a las abejitas. Horrible de verlo, se nota en el lomo de la abeja como una cabecita de alfiler marrón, más de una.

 

Claramente puede verse al parásito prendido de la abeja..

 

Les chupa la hemolinfa y lo peor es que ataca a todas las edades de la abeja, incluso a la cría. Las debilita, pierden defensas y se agarran otras pestes.

 

Las abejas sufren una cantidad de enfermedades, son muy sensibles. Todo su alimento y su propio remedio ella misma lo produce. Son insustituibles y se encuentra todo en la colmena. Si eso está contaminado, termina siendo una colmena contaminada.

 

Otra es el loque americano, una enfermedad de origen bacteriano, que afecta a las crías de abejas. Son esporas que quedan en el residuo de la celda por años. Aunque apliques un antibiótico para curarlas, apartando a la abeja bajo una especie de cuarentena, sin el material infestado y colocándolas en otra nueva colmena con todo desinfestado, no existe algo que mate la espora. Cuando uno diagnostica loque americano o loque europeo, ¿qué recomiendan? Incinerá todo.

 

Si metés una herramienta de trabajo en un panal infestado y luego la usás en otro, llevando todos esos microorganismos perjudiciales, se contaminará otra colmena. Por eso te dicen de quemarla. El problema es que matás colmenas, más todo el costo de volver a desarrollar nuevas colonias.

 

 

 

 

Incluso en lo que se llama el “pillaje”, cuando las colonias de abejas fuertes se meten en las más débiles para robarles la comida, si entran en una colmena infestada, ellas se llevarán esos residuos a su colmena, afectando a otras.

 

Además, muchas abejas también se exportan. Pero sin los controles de sanidad adecuados, se llevan los males de un lado para otro.

 

También está el escarabajo de la colmena, que tampoco es local, o una avispa que llegó de Asia, que te mata las abejas e instala en sus colmenas, u otras más antiguas de acá, como la polilla de la cera. Otra enfermedad es el Mal del Río, que se detectó en Uruguay en la década del 50’. De origen toxicológico, mata a las larvas de las abejas y puede reducir la población de las colonias.

 

Y entre los animales, los roedores, o en otros países los osos, que agarran una colmena y devoran la miel.

 

* El monocultivo

 

La Dra. Karina Antúnez, investigadora del Instituto Clemente Estable, estudió cómo el monocultivo es una de las causas que produce la mortandad por falta de nutrición. Muchas extensiones, por ejemplo en Uruguay, son sólo de soja, o únicamente forestales. Áreas muy grandes, donde antes se aplicaba otro tipo de agricultura; con pradera, flores o vegetales, que eran propicios para la abeja, desde el punto de vista del néctar y el polen. Se están quedando sin esas áreas.

 

Al haber un solo tipo de polen, eso degrada la nutrición de la abeja, dado que no recibe todos los componentes nutritivos que precisa. Ella necesita de varios pólenes. Pero si hay enormes extensiones sólo de eucalipto, la abeja sólo recoge eso y lleva poco alimento a la colmena. Con el polen ellas hacen una papilla para alimentar a la cría. De la miel, se alimentan ya las grandes, que necesitan energía para salir a volar al campo.

 

Se mueren de hambre, por falta de nutrición. Parten de una larva mal nutrida y ya la obrera es una “discapacitada”, con alas o patas más cortas.

 

Es una situación, en la que se les va quitando áreas a las abejas. Por eso, los apicultores están trasladando colmenas a lugares donde haya alimento para las abejas.

 

* El cambio climático

 

Es otro factor importante. Las grandes sequías, o las heladas tardías, que de pronto caen en plena primavera y matan flores. Entonces, por largos períodos se corta el néctar y ellas no tienen qué comer.

 

Hace poco, en nuestras colmenas llegamos justo, se estaban comiendo las reservas de miel. En 2017, cuando se prolongó durante la primavera la lluvia y el frío, nos quedamos sin reserva. Murieron muchas colmenas de hambre y de frío. Si llueve o hace frío, ellas no salen a pecorear.

 

Ni bien tienen una temperatura de 14 grados, salen a trabajar, sea invierno o no. Pero en días prolongados de frío y lluvia, se entran a comer las reservas. En invierno le tenés que dejar miel, el suficiente alimento para mantener el ecosistema dentro de la colmena. Ellas se encargan de mantener la temperatura en las colmenas para que las crías puedan desarrollarse. Están siempre a 32-35 grados y para eso necesitan miel. Se generan calor frotándose entre ellas, se juntan, vibran, generan una energía para darse calor.

 

 

 

 

Y si la primavera se retrasa y no hay flores, no se desarrollan y por tanto, no hay tampoco producción de miel.

 

Una posible solución para mitigar los problemas de factor climático sería, por ejemplo, plantar especies de mucha productividad apícola (como trébol o alfalfa), que ayuden a generar productos de calidad. Sembrar para las abejas, plantando de modo escalonado, para tener floración durante seis meses y mantenerla con riego en casos de sequía.

 

Pero estas soluciones son muy costosas. Los primeros que lo hicieron fueron los argentinos en 2005, cuando se empezaron a ver corridos por las grandes extensiones de soja. Dijeron: Bueno, sembremos para las abejas y hagamos explotaciones coasociadas con un productor ganadero o lechero, porque tanto el ganado como las abejas comen lo mismo, sólo que a tiempos diferentes.

 

Sería bueno recurrir a veterinarios, apicultores, ingenieros agrónomos, trabajando con un ganadero o tambero, aprender unos de otros. Es difícil. El tambero es quien tiene la tierra y los elementos, es complicado que le dé entrada a un apicultor.

 

* Las buenas prácticas sanitarias

 

Otro factor que incide son las buenas prácticas de manejo y saber reconocer las enfermedades. Sin un diagnóstico, la colmena está teniendo un mal y no te das cuenta. O hacer mejor el recambio de reinas, porque las reinas jóvenes son las más productivas, eficientes, las que mantienen lo que se llama la fortaleza de la colmena.

 

¿Cuáles podrían ser las consecuencias si sigue aumentando la muerte masiva de abejas hasta desaparecer?

 

El factor polinizador de la abeja tiene, por ejemplo, una incidencia muy grande en la producción agropecuaria. Un productor que cuenta con una plantación de semillas y quiere hacer un semillero de trébol, si tiene polinización de abejas, puede producir hasta 4 veces más semillas. Favorece muchísimo el fruto final de las plantaciones, hace que tenga más cultivo, mayor rendimiento, mejor calidad.

 

Si mueren las abejas y no hay efecto polinizador, eso impacta en la biodiversidad vegetal a nivel mundial y en toda la cadena que eso influye. Afecta en las pasturas, se terminan las praderas, el ganado no tiene de qué alimentarse y los humanos no tiene qué comer. Es una cadena, que puede llegar a ser reperjudicial para el factor humano.

 

Si desaparecen las abejas y todo polinizador, porque hay otra cantidad (mangangás, colibríes, murciélagos, abejorros), sería un problema grande. Por su constitución morfológica, la abeja es el agente polinizador más completo.

 

El abejorro, otro de los agentes polinizadores

 

 

Quizá hoy no nos damos cuenta, porque vemos florcitas de diferentes colores y tamaños, ¿pero a qué se debe esa biodiversidad? A que hay otros agentes que favorecen ese desarrollo. Si esos agentes que permiten la polinización, es decir la fertilización de los vegetales, no existieran, tampoco podríamos comer melón, ni darnos el lujo de comer castañas.

 

Es una cadena. Todo el que depende de alimentación de vegetal, no tendría de qué alimentarse. Sin vacas el que come carne, no podría comer. Tampoco hortalizas ni frutas para comer, ni sombra. Sería un colapso. Los ecosistemas se destruirían.

 

¿Cómo podría revertirse esta situación? ¿Ya es tarde? ¿A nivel legislativo está contemplado este problema?

 

Hubo una asamblea de apicultores en setiembre de 2017, con unos reclamos bárbaros, pidiendo que actúen. Pero respuestas claras, no sé si hay.

 

Hay un exportador uruguayo de miel, Christophe Lheritier, presidente de Adexmi, que ya en 2015 dijo: Tendríamos que hacer una ley de protección a la abeja. 

 

Hace poco, justo me llamaron de dos partidos ecologistas para trabajar en una ley de protección a la abeja. Existe en Uruguay una ley Apícola, que preveía -entra tantas otras cosas- una comisión encargada de fiscalizar el uso de agro tóxicos. Pero hay intereses muy grandes, todo el mundo usa glifosato en la industria agropecuaria.

 

El modelo agroindustrial es el principal responsable. Cada vez hay que darle de comer a más gente en el mundo, utilizando formas menos costosas, más rápidas y más productivas.

 

Habría que ampliar esa ley apícola. Esto es dinámico, no es lo mismo hace 10 años que ahora. Y no será lo mismo dentro de unos años. Hay que ajustarse a la realidad, con normas, controles, medicamentos e investigaciones, actualizar la legislación.

 

Centrarse más en la protección de la abeja, del animalito, no en cuanto a cómo producir. Por ejemplo, capacitar más, difundir la importancia de la abeja, de los productos de la colmena. Ir a una escuela y hablar sobre los beneficios de la polinización.