29 Apr, 2024
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Los Nuevos Creyentes: Garage y psicodelia local

Charlamos con Matías Singer, cantante de Los Nuevos Creyentes. La banda se presentará el 2 de diciembre en la Sala del Museo junto a Alucinaciones en Familia.

Los Nuevos Creyentes: D. Prestes, S. Bogacz, M. Singer, R. Gils y Z. Borrás. Foto: Palan Palan

Con su primer álbum El Sonido Bendito de los Nuevos Creyentes, publicado en 2018, le mostraron al mundo su impronta garagera. En Planta Musical, publicado este año, exploran su lado más psicodélico y alcanzan un nivel más alto de sofisticación, que invita a cerrar los ojos y dejarse llevar. Atravesados por lo analógico y las bandas perdidas de los sesenta (pueden googlear Nuggets: Original Artyfacts From The First Psychedelic Era y descubrirlas ustedes mismos) Los Nuevos Creyentes nos ofrecen un ritual de elevación musical.

Algunos de ustedes ya tocaban juntos en otros proyectos. ¿Qué tiene de distinto Los Nuevos Creyentes?

Quizás la parte más psicodélica, más viajera, eso de cerrar los ojos e irse un poco. Las bandas  anteriores eran más de ritmo, por otro lado más fuerte o más pesado. Pero esto tiene su cuelgue más experimental del lado sensorial, de viajar.

Graban sus discos en vivo, tocando todos juntos. ¿Por qué eligieron ese camino?

Siempre grabamos así. Tratamos que sea todo lo más orgánico y analógico posible, somos bastante románticos en ese sentido. Hoy en día me da la sensación de que la música es cada vez más programada, de beats o de diseño, todo atravesando la computadora. Nosotros también la tenemos que atravesar, pero lo más a tracción y a tendón que se pueda hacer, todos en vivo y que esté grabado lo que suceda en ese momento.

Cuando grabamos las canciones. ya vamos con las cosas preparadas pero estamos todos en la misma sala, como si fuera un ensayo, viéndonos y tocando la canción de principio a fin. Y va a quedar la mejor toma. Otra manera sería grabar por pistas o en distintas cabinas y poder editar. Nosotros editamos muy poquito en ese sentido. Buscamos esa cosa bien cruda en general en todo el proceso, esa es la parte romántica nuestra. Y creo que es nuestro caballito de batalla en este mundo donde la música es mp3, celular, digital, programada.  No digo que esté mal, a mi me encanta la música urbana o el trap, pero no es a tendón. La música es vibración, y la vibración la hacemos nosotros tocando nuestro instrumento.

¿Cómo es ese romance por lo analógico?

Este disco en un principio íbamos a ir a Argentina a grabarlo en cinta. Grabar en cinta implica poder editar casi nada. Después vino la pandemia y no se pudo, entonces lo grabamos digital. Lo que nos gustaría a nosotros es cerrar el círculo lo más analógico y crudo posible. Creo que es algo que está bueno abrazarse a eso porque es medio atemporal también. Un vinilo es un compañero para toda la vida. No hay nadie con un mp3, son ceros y unos comprimidos, te entra por un oído y te sale por el otro. Y puede estar buenísimo, como comer en McDonald ‘s. Un vinilo se supone que tiene disparadores hacia otras cosas que vos las puedas hacer tuyas y que te queden. Además nosotros ya tenemos 35 o 36 años, no somos nativos del mundo digital.

Los Nuevos Creyentes

Cuando uno escucha a Los Nuevos Creyentes, hay un sonido moderno, actual. Pero al mismo tiempo te remite a música que se tocaba hace 50 años. ¿Cómo ves ese vínculo entre lo nuevo y lo viejo?

A nosotros nos gusta mucha música vieja, como el under de los sesenta, por ejemplo. Bandas que le copiaban a los Rolling y no les salía bien. Pero vos en algunas de esas bandas encontrás canciones y melodías que podrían ser de hoy. Es esa cosa atemporal. Hay algunas cosas que podés hacer con la música que quedan fuera de época. Porque si vos agarrás la guitarra, y dejás todo en un lugar medio crudo, suena medio igual hoy que en los cincuenta.  Hay mucha música perdida, vieja, que es muy moderna. Quizás era muy moderna para la época y entonces no fueron famosos, y ahora de repente no sobresalen porque hay mil como ellos. Pero son perlas que están en el pasado, y de esas perlas nosotros nos agarramos, de esas bandas y músicos que quedaron en el camino.

¿Encontrás influencias  dentro de la música nacional?

Sí, seguro Chicos Eléctricos, la parte de garage y también tienen su psicodelia. También los Mockers, que son de los sesenta. Dino (Gastón “Dino” Ciarlo) que murió hace poco. Los pibes capaz que se copan con pila de cosas que por ahí yo no tanto, como Mateo, Tótem o El Kinto, que me gustan también pero no me fascinan. Los Iracundos también, o Kano y los Bulldogs. La música uruguaya no es lo que más nos influye, pero sí la escuchamos. Hemos mirado más hacia afuera en ese sentido.

Sacaron su primer EP en 2015. ¿En qué aspectos sienten que han crecido desde ese momento?

Ser cinco instrumentos es difícil en el sentido que tenés que encontrarle el lugar a cada uno. Al principio éramos más una pared, todos tocando al mismo tiempo. Después de que experimentamos eso, empezamos a buscar más el diálogo entre los instrumentos, los espacios y los silencios. Creo que esa es la parte que más cambió o más va floreciendo, abriéndose. Hay una sonoridad que al principio la investigás y después la entendés, y sobre esa sonoridad empezás a construir. 

¿Han podido cosechar los frutos de Planta Musical?

Hicimos la presentación y hacía dos años que no tocábamos. Fue hasta un poco estresante, después de tanto tiempo ponés pila en eso. Hacemos música para que el que la consuma la tenga para siempre, que puedas volver. Es esto de lo atemporal, aunque sea esa es la intención, entonces los frutos se ven más a lo largo del tiempo. Igual sí se ven ciertos frutos en el sentido de que ves que le gusta a más gente. También a medida que vas entendiendo mejor a tu banda, cómo tocar y cómo relacionarte con el público, porque es un diálogo tocar en vivo con la gente. Parece que dijeras “toco lo que quiere escuchar la gente” pero en realidad es “toco con lo que puedo dialogar con la gente”, porque después estás tocando y querés que se muevan, y eso te hace ida y vuelta. Hace que te eleves y suene bárbaro, y no hagas esfuerzo en tocar.

Matías Singer en la presentación de Planta Musical. La Trastienda. Foto: @noxipol

Planta Musical cierra con el tema “Medicina”, un viaje instrumental de siete minutos. ¿Para ustedes la música es medicina?

Puede ser. De hecho hay un estilo de música que se llama Canciones de Medicina, que se usa mucho con la ayahuasca o en rituales indígenas. Se trata de curar con canciones. Después todo lo que son los mantras buscan eso también. Si medicina es estar mejor de lo que estás ahora, entonces yo creo que cualquier cosa que te calibre y te enderece es medicina. A veces escuchás una canción cuando vas caminando para caminar más tranqui, o cuando estás mal para estar mejor, ahí aplica la medicina.

El disco tiene temas como “Medita el demente” o “Clases de yoga”. También tienen un vínculo con eso.

La parte lírica de la banda es como mística o esotérica. Es como si la banda, ya desde el nombre y todo, sea un lugar de curación o de elevación. Algo que le da salud a la vida y al camino de uno. Las cosas que canto me tienen que producir algo, a mí me gusta mucho el misterio, la espiritualidad, los extraterrestres, el mundo invisible. Cantar sobre eso me encanta. Para tener una banda de rock hoy en día, tiene que estar demás para vos la experiencia, eso es lo que tratamos de hacer. Entonces aparecen todas esas cosas, porque hacer yoga hace bien. Igual si te fijás en la letra de “Clase de Yoga», habla de que le copa la profesora. Son como historietas que aparecen. “Medita el Demente” también,  porque vos te ponés a meditar y te sentís medio un pelotudo, ves a alguien meditar decís “¿y este loco?”.

También hay un vínculo con la naturaleza. En la canción “La poción de todos los días”, por ejemplo. Habla de meterse en el océano. ¿Hay algo de surf ahí?

Esa canción está inspirada en el batero (Diego Prestes), él es surfista y se fue a vivir a Maldonado hace muy poquito. Era como su sueño. Esa canción habla del deseo que él siempre me transmitió de querer irse a un lugar cerca del agua. También es todo bastante acuático, en el primer disco (El Sonido Bendito de los Nuevos Creyentes) la tapa es agua, o los temas “Lluvia de Agua Florida” o  “Agua por Volar”. Los sonidos que usamos, como el delay o el wah wah, son cosas bastante acuáticas. La psicodelia en sí tiene ese movimiento ondulado. 

¿Qué significa la psicodelia para vos?

Es la expansión de la mente. Como expandirse sensorialmente. La música que te lleva a ese lugar, que podés cerrar los ojos y que te dispare a algo. Después tenés la psicodelia con sustancias o con plantas, que también es como abrir y permitir que se abran canales. Ahí dejo un poco de ser yo, es darle un recreo al ego, eso es la psicodelia. 

También es un viaje al interior de uno.

Es esta cosa de “¿vos querés saber todos los secretos?”. Buscá adentro. Los secretos, el universo, Dios. Todo está en vos. 

¿Creés en Dios? ¿Hay algo más allá de todo?

Ahí dejo todas las preguntas abiertas. Yo creo en todo hasta que se demuestre lo contrario. También es creer para ver. Vos te podés tomar las cosas como quieras, un elefante es igual de raro que un extraterrestre. Podés vivirla como quieras.

Los Nuevos Creyentes. Foto: Mateo Flores

El 2 de diciembre van a estar tocando junto a Alucinaciones en Familia. ¿Con qué nos vamos a encontrar en ese show?

Creo que algunas cosas que dije sobre Los Nuevos Creyentes,  también corren para Alucinaciones en Familia. Esto de hacer una música para que quede, y eso cada vez va a haber menos. Todavía se puede decir que somos bandas jóvenes y estamos en un buen momento. Me parece que se va a ver algo efervescente, con muchas ganas de expresarse. Las dos bandas tenemos ese cuelgue psicodélico, nosotros más garagero y ellos más pop o cancionero. Me parece que es una combinación buenísima, como papa fritas con huevo frito, o palta con tomate, esa onda. Podés colgarte y viajar de distintas maneras. Es tremendo plan.